marzo 16, 2011

Puedo ser como los demás

La gente me saluda como a una más. No hay monstruos en mi armario porque lo tiré con candado por el desagüe. Mi perfume es refinadamente humano. Y no es casualidad, ha sido con cuidado destilado. Ahora los perros no huelen mi miedo. Ya no crío cuervos.


se comen mi ojo



marzo 09, 2011

Si tuvieras un poder

     aplastarías moscas con los dedos

si tuviera un poder

     haría que todos me adoraran

marzo 01, 2011

La visibilidad de lo invisible

Una serie de casualidades me llevan a escribir esto. La primera el haber visto la película Itty bitty titty comitté (algo así como “el comité de las tetas pequeñas”) en el ciclo de  Cinefilias que organiza La Casa de la Mujer de Zaragoza. En el film, antes de surgir este grupo, las protagonistas se manifiestan a través de C(i)A (clitz & action: clítoris y acción), asociación desde la que reclaman espacios públicos para mujeres. Pretenden sabotear el sistema para que la gente se dé cuenta de la realidad que vive la mujer. Parece que se inspiran en Guerrilla Girls, grupo surgido en New York en 1985. Fue delante del Moma, con motivo de una exposición de arte contemporáneo titulada An Internacional Survey of Painting and Sculpture. El problema fue que de los 169 artistas que participaron sólo 13 eran mujeres. Esta desigualdad llevó a un grupo de mujeres, con máscaras de King Kong, a manifestarse. Cuatro años después colocaron delante del mismo museo este cartel:


¿Tienen las mujeres que estar desnudas para entrar en el Met. Museum? Menos del 5% de los artistas en las secciones de Arte Moderno son mujeres, pero un 85% de los desnudos son femeninos.

No sé si es el mismo día en que me entero de la existencia de las Guerrilla Girls el mismo que descubro que en elpais.com hay un blog, mujeres. Wow! Lo descubro por una joven poetisa que recomendó Luna Miguel. Cuelga un link en el facebook que lleva a un artículo: “No salen las cuentas: Ellas no paran de escribir, pero se las ve menos”. Y días después me choco de bruces con el festival Ellas Crean, que no conocía y que, según europapress, “reivindica la voz femenina en el mundo de la cultura a través de la participación de más de 200 artistas procedentes de disciplinas como la música, la literatura, el arte, el cine o la moda”. En seguida leo en la sección de cultura de elpais.com un reportaje de Luz Sánchez-Mellado titulado "Belleza y poder ¿Quién dijo sexo débil?" y que comienza con “Ellas pintan tanto como ellos. Más allá del estereotipo dominante de madre, esposa, hija o amante, el poder femenino también está presente en el arte de ayer y hoy. La exposición  Heroínas llena el Museo Thyssen de mujeres fuertes y orgullosas. Ya sean artistas o modelos, no son el reposo del guerrero. Las guerreras son ellas”. Luego, buscando, me entero de que la exposición forma parte del Ellas Crean. También en ese artículo mencionan a Amelia Valcarcel (a la que con gusto sigo) y leo por primera vez el nombre de Rocío de la Villa, presidenta de Mujeres en las Artes Visuales. Y busco. MAV contribuye a la implantación de políticas igualitarias en el sector de las artes visuales. Y qué casualidad, que no era mi intención tirar del hilo pero en mis manos se ha ido deshaciendo la madeja. ¿Es una cosa que lleva a la otra? ¿siempre ha estado ahí y yo lo descubro ahora o es nuevo? ¿es consecuencia de las políticas de igualdad llevadas a cabo por el actual Gobierno o simplemente es ley natural de la evolución? Me decido a escribir este texto pero no sé cómo titularlo. Se me ocurre algo relacionado con la palabra visibilidad y la busco en google pensando que directamente saldrá relacionada con el feminismo. Pero no es así. Encuentro un nudo. El primer resultado está en relación con un libro titulado Visibilidad. Cómo gestionar la reputación en internet. Me consuela el que esté escrito por cinco mujeres. Luego, repasando links, me alivia encontrar que en la web de MAV afirman que Mujeres en las Artes Visuales garantiza: visibilidad. Y empiezo a pensar que es posible que los sueños se hagan realidad y que esta pesadilla de la crisis no nos traiga a las mujeres el imperativo que trajo la posguerra en la década de los 50 del “Kinder, Küche, Kirche” (Niños, Cocina, Iglesia) sino que quizá es la hora de ponerse al frente, de dejarse ver y de que no nos pongan trabas. Visibilizar el “problema sin nombre” de lo invisible podría ser el principio.