agosto 12, 2009

Siete años

Pongo el aire, saco hielo, el sol se va… La música y el humo me envuelven y me dejo llevar hasta siete años en el tiempo. Siete años han pasado y han sido los que me han traído hasta hoy. Con 23 sabía dónde estaría ahora y dentro de dos años y quizá de toda la vida.
Estoy escuchando una canción que me lleva a ti. Hace 7 años estábamos perdidas, muy desorientadas, pero sin dejar de lanzar nuestras flechas. Era un desastre. Con todo, con todos y con nosotras. La vida nos llevó a despedirnos. Recuerdo haberte dicho en el baño, poco antes de que todo estallara, que yo estaba comenzando un viaje que sabía que tenía una triste final pero que después de esa historia empezaría una nueva vida que no sabía cómo era, ni cuándo llegaría, ni hacia dónde me llevaría pero que sería mejor o nueva.
En aquella época descubrí ya de forma muy dura y contundente, que lo que soñaba no podía poseerlo. Constaté que los polos opuestos se atraen y que los semejantes se repelen. Querer a un semejante es rechazar y ser rechazado, ofender y ser ofendido, ahuyentar y ser ahuyentado. Convertirse en lo contrario es faltarse a uno mismo. Faltarse a uno mismo es romper el camino a tus sueños. Estas aplastantes revelaciones me llevaron a un callejón sin salida. Para tener lo que quería debía cambiar mi forma de ser y de sentir, pero cambiar suponía distorsionar mis sueños y entonces todo perdía sentido. Sólo pude reafirmarme en mí, aunque no estuviera de acuerdo. Tenía un camino delante y tenía que seguirlo. Tras ese camino hay un nuevo cruce, con cambios de sentido. Lo sé porque tras todo este tiempo de odisea personal he comenzado a ver las señales. Sigo en ruta. Por la selva. Parece que todos los misterios tienen sus claves. A veces un gran enigma se resuelve con un simple manual de instrucciones. A cada trecho nuevos saberes.
Me dijo alguien mayor cuando era pequeña que debía ser fuerte, debía hacerme fuerte para ser yo y para ser libre. Hace siete años fue cuando decidí tomar aquellas palabras como sustanciales. Como soy de naturaleza contemplativa y perezosa, muchas veces se me escapa el tiempo en otros mundos, los que sueño, pero cada vez creo menos que visualizarlos y deleitarme en ellos sea una debilidad. Es más bien una afirmación, es darles cuerpo y forma. De hecho ya les veo la cara, hasta las arrugas, porque conmigo y como yo, se han hecho mayores. Como tú también, supongo. Me he buscado en la voluntad, en la inspiración, en el amor, en los libros, en la soledad, en la calle, en la gente, en las clases medias, en los hijosdeputa, en gente de puta madre y en nada. Me voy encontrando. Por eso te escribo, porque después de este tiempo, después de lo que te dije en el baño -que fue un descubrimiento para mí según lo verbalizaba-, por primera vez veo que he recorrido el trayecto en la dirección indicada. Y que después de todo aquí seguimos. Creo que esto ya te lo dije en una mail el año pasado. Da igual que no nos veamos o que estemos separadas por océanos. Estamos. Todo sigue igual. Nosotras y los demás. Jodidos, o no. No queda nada para el gran cambio. Ya veo las señales.
No notas algo? No crees que vamos a llegar a un lugar que llevamos décadas buscando? Sí, yo lo noto. En nada viviremos en un mundo distinto.

Te das cuenta? hace siete años ya éramos peces y no lo sabíamos. Nadábamos en un mar de aguas turbulentas y nos dejamos arrastrar por la corriente. La marea nos alejó para llevarnos ahora de vuelta a la orilla. Hoy el sol nos mira a la cara. Los sientes así? Yo sí lo siento.