noviembre 05, 2010

Descartes, no te necesito

en la casa de Santa Teresa, muy pequeña, ya en la cama y con la luz apagada. Pensaba.


soy un sueño de mi madre
no estoy aquí
mi madre soñaba una niña con abriguito de paño y merceditas en el paseo del parque grande
que aparecía en una foto en blanco y negro


eso pensaba. Como si mi destino dependiera de alguna fase de un sueño ajeno, el de mi madre.



No estoy aquí. No importa mi voluntad




Con años más en la misma habitación juntaba la yema de un dedo íncide con la del otro. Pensaba.



No se tocan. No es verdad. Es sólo la idea de que es así que me hace sentirlo como real. Lo siento, sí, pero es puro pensamiento.



Casi una mujer. Me duchaba. Estoy en la ducha. Corría el agua por mi piel. La sentía correr. Y pensaba



Es caliente y corre por mi piel. Cierro los ojos y puedo sentir su recorrido por mi cuerpo. Pero la naturaleza no permite que agua y piel siquiera se rocen.  


Mujer. Sola. Pensaba



El placer
¿Qué es placer?
no es real, es algo virtual.
Si estás disfrutando puedes parar.
Para ahora, a mitad.
¿Por qué no paras si no es verdad?


Entonces descubrí que estaba aquí. En esta vida que es la mía. Lo acepté.




Descartes, no te necesito