junio 01, 2008

La tercera vía


No me gusta lo que veo. Es normal, en los tiempos que corremos, que voy a contar que no se sepa. Todo se sabe ya. Pero hay que buscar las grietas, los pequeños agujeros por los que colarse. Aunque no sepas ni por dónde empezar. Es difícil porque en este mundo tan grande y tan viejo en el que vivimos, las opciones que tenemos son dos y media. La buena, la mala y otra.

No enseñar o no ver no quiere decir que no exista. No definirse o no comprometerse no es igual a no-ser, pero se me hace muy difícil mantenerme. Y estoy de tregua conmigo, comienzo a situarme y a encontrar definiciones.

La otra, la abstracta y confusa, casi muda y oculta, si saliera a la luz, se convertiría en la tercera vía, la de los librepensadores.

A todo aquel que no me acepta en su vida al dilapidar mi vida no entendiendola, a ese tipo de personas, ese tipo de personas que por no definirte o no definirte como ellos, y por tanto exigirte un cambio o rechazarte, a esos necios, les digo: librepensadora (aunque a veces sea débil).

Además del cabreo, de saber que he tenido que tragar con mierdas que no me van y que en esta vida las cosas son así y que hay situaciones y personas que son insorteables (por mucho que uno se crea que está ya de vuelta), me gusta pensar que yo también tengo mi sitio, aunque sea en el medio de lo más alto y de lo más bajo, aunque sea en el mismo medio, en mi medio mediocre y dorado.