agosto 18, 2010

Hoy (2)

he ido y luego he vuelto y no había ojos para mí o yo no los he sentido. ¿Puedes verme tú? ha sido triste, pena. Pero no tanto ni tanta. No como antes, ni con tanto miedo. Ni siquiera tan excitante. ¿Me ves?

Tengo 32 años, uno detrás de otro, y con ellos he salido a tomar una copa,  Cuando tenia 20 me corté el pelo a lo chico, cambié los tacones por las deportivas y salía sola de noche. Había gente que conocía pero no alcanzaba a saludar a nadie. No sabía hablar del tiempo. Sólo de la pena que sí era tanta. Sí me veían. No hablaba con nadie. No era tanto el pecado. Era una chica triste. Rara para los demás. No podía hablar. ¿Porqué iba sola?

Hoy no ha habido tanta desilusión. La desilusión de levantarte, buscar tus muñecas y no saber cómo jugar con ellas, cómo divertirte. La desilusión de ir al primer bar dónde te besaste con el chico guapo y no volver a excitarte, de que las luces y la bola brillante no llenaran tu piel de strass. La desilusión de plantarte como una reina, desafiando la fuerza de la tierra, y de rechazar ese poder por falta de entusiasmo. No es que ya no seamos maravillosas, es que lo brillante ya no fascina y va perdiendo fuerza la avaricia. Pero sí quedan cosas, las nuevas que nos llegan. No todo está perdido. ¿Qué echamos de menos? ¿el pasado o la imagen que nos hacíamos del futuro? ¿la esperanza? ¿Qué perdimos del pasado? ¿el talento de soñar?